ÍNDICE DE PÁGINAS.

25.1.10

CON LÁPICES ENFRENTAN LA GUERRA...




Con lápices enfrentan la guerra.
Por Laura Margarita Medina.
“Laura del mar”

En un día del año 2007...

Cambiaba el dial de mi radio, buscando algo que valiera la pena escuchar. La palabra “Norte” me hizo devolver con afán el botón en el aparato. Centré mi atención en la voz del periodista:
− "Un grupo de jóvenes de Ciudad Norte, han enviado una circular con el fin de protestar contra la discriminación a la que están siendo sometidos por el hecho de ser habitantes de ésta parte de la ciudad. Manifiestan que, en sus hojas de vida deben mentir y escribir otra dirección que no delate que ellos habitan en uno de sus barrios por temor a… "

¡Eso…! Eso era lo que buscaba. Esa era la luz que necesitaba para iluminar el camino que soñaba iniciar. Este era el empujón para lanzarme a realizar aquel plan secreto que desde hace unos meses trazaba en mi mente.

Esa mañana el periódico local exhibía en primera página, con grandes letras color rojo estas frases que volvieron a taladrar huecos en mi corazón:

¡TRES MUERTOS ESTE FIN DE SEMANA EN CIUDAD NORTE! Bajé la mirada. Sentía mi alma maltratada. Vivía en el Norte, muy cerca de esas calles donde anunciaban habían ocurrido las muertes. Angustiada me pregunté: ¿Pero, dónde? ¿Cómo es que duermo, camino, respiro y vivo en el Norte y no he visto la violencia, aquella que anuncian los diarios cada mañana con esas grandes letras? Las noticias y la mayoría de habitantes de la otra parte de la ciudad se referían a nosotros, sus vecinos, como “los ñeros” del Norte. Entonces, ¿Si yo formaba parte de esta comunidad también era una ñera? Y mis hijos, ellos se levantaban en el Norte. Cuántos rechazos había soportado a causa de esto. Hasta mi familia se había escandalizado cuando, debido a mi angustiada situación económica, tomé una casa en arriendo y me trasladé al barrio Bosque Norte, según las “estadísticas” de los noticieros, uno de los más peligrosos de Bucaramanga.

En mi mente aún se conservan frescas las palabras de mi madre.
− ¿Qué le pasa mija? ¿Cómo es que se le ocurrió irse a vivir por allá?
− ¡Mamá! No me diga eso. Las cosas no son así, son barrios normales, con niños jugando en la calle, señoras que compran el pan en la tienda de la esquina, hombres que salen a trabajar todos los días… con gente que lucha y sueña por el bienestar y progreso de sus hijos. No juzgue sin conocer.
− ¿Es que no lee la prensa? ¿No escucha las emisoras?
− Atracos y muertos hay en todas partes, en cualquier calle del mundo. Además no toda la gente es así como lo dicen las noticias. Son estrategias para vender más periódicos.
− Tiene que salirse de allá.
− ¡Mamá! No tengo trabajo, donde vivo el arriendo es económico, puedo pagarlo.
Hacía muchos años que nadie me daba la oportunidad de trabajar y cuánta capacidad y conocimientos tenía. Los había adquirido por medio de la lectura. Mi venta de comidas rápidas, había terminado estampada en una pared, debido a que una buseta se había salido de su ruta, se me había venido encima y me dejó sin negocio, en un minuto había terminado con diez años de trabajo, dejándome sin el único medio que tenía para conseguir el sustento de mis hijos.

Tenía que hacer algo y rápido. Era urgente.

Me gustaba escribir poemas y cuentos. Asistía a tertulias y talleres, donde era aceptada con facilidad, más cuando se enteraban que vivía en el Norte, me miraban raro. Desconfiaban de mí. En algunas ocasiones me enfrenté a hombres que pensaban que mujer habitante del norte era sinónimo de prostituta.
¡Cuánto me dolía recibir ese estigma con el que habían generalizado a más de 50 barrios entre asentamientos y refugios de desplazados!

En mi mente, buscaba aquel faro que con su luz iluminara la ruta por la cual lograra mostrar aquello que nadie más alcanzaba a divisar entre tanta sombra de maldad y violencia.

En esos días había publicado mi primera novela. Me sentía escritora, mis lectores decían que tenía talento, que mi novela era muy buena y que les gustaba mi estilo.

¡Sí…! Por ahí era… Qué mejor ejemplo que el mío… Mi vida… mi formación a través de los libros de la Biblioteca Pública. Empecé saliendo a los parques. Los niños se me acercaban y yo leía para ellos poesías y cuentos. Empecé a visitar los Colegios de primaria y bachillerato, solicitando un espacio para motivar los niños a la lectura y la creación de sus propios textos.

Mis vecinos y yo, nos preparábamos para una revolución cultural. Y así, de esta manera, un día del mes de Mayo del 2005, presenté ante el Instituto de Cultura la propuesta de realizar un concurso de cuento y poesía, exclusivo para los habitantes del Norte, la cual fue aprobada de inmediato. Feliz corrí a casa. Quería compartir con mis cinco hijos y mi Madre, que la revolución acababa de empezar. Mis niños me miraron sorprendidos. Mi primogénita se puso furiosa:
− ¡Solo a Usted se le ocurren esas cosas! ¿De qué va a vivir? ¿De cuentos y poemas?
− No lo sé mamá.
− Cuando sus hijos tengan hambre, les cocina sopa de letras.
− Mamá… por favor, no me diga eso.
− ¡Me voy de esta casa, usted está loca!
Vi con tristeza como mi madre me abandonaba y mis hijos a pesar que nada decían, con su mirada reprochaban mi locura.

Todos los días salía de casa muy temprano, subía las colinas del Norte para poder llegar a cada escuela, a cada esquina de barrio donde encontraba a los jóvenes reunidos matando el tiempo. Muchas veces mis charlas eran acompañadas por los acordes de mi estómago reclamando alimento y la resequedad de mi garganta deseando un poco de agua; y mis pies… adoloridos, y mi alma un derroche de esperanza.

La editorial, con la que había publicado mi novela, me obsequió los afiches para publicitar el concurso y la edición del libro donde aparecerían los diez mejores cuentos y poemas. Los locutores de las emisoras, me permitían sus micrófonos para invitar a mis vecinos a escribir. Muchos de mis compañeros escritores decían:
− Qué lástima que usted pierda el tiempo de esa manera con “esa gentuza” del Norte.
− Soy parte de “esa gentuza”
− Ya verá que no le llegarán poemas ni cuentos. ¡Qué van a saber escribir algo que valga la pena, a esa gente no les interesa la cultura!
− ¡Yo escribo y vivo en el Norte!


El día que cerraron las urnas, doscientos cincuenta textos entre cuentos y poemas, llenaban mi corazón. ¡Éxito pleno y total!
Esto llamó la atención de los medios y fue así como el 26 de Septiembre de 2005, mostraba con orgullo las páginas del periódico más importante del país: Bucaramanga/promueven poesía y cuento en barrios periféricos “CON LÁPICES ENFRENTAN LA GUERRA”, esta publicación sirvió de ejemplo a prensa y emisoras locales. Poco a poco fueron apareciendo en las páginas culturales los rostros del Norte… mostrando sus talentos, sus creaciones.

Este año 2007, se está realizando la tercera versión de “CIUDAD NORTE, MUNDO DE LETRAS”. El concurso ya no tiene exclusividad. Convoca a toda el Área Metropolitana de la Ciudad Bonita de Colombia. Mi garganta no se cansa de anunciar en las emisoras confirmando:

“Es verdad. Los habitantes del Norte estamos armados de lápices y pinceles, los jóvenes empuñan guitarras e instrumentos musicales, pañoletas y sombreros para animar sus bailes y canciones”

De esta manera una mujer inquieta e inconforme, ha ido borrando, al lado de sus vecinos, con el láser de la literatura, el horrible tatuaje que la sociedad había dibujado en la piel de los habitantes de una Ciudad Norte, que clama igualdad, sin gritos, ni protestas, ni cierre de calles, ni piedras, ni armas de fuego.


Cada año, la mujer de esta historia llega en el bibliobús de la Biblioteca Municipal a cada barrio, a las bodegas del Café Madrid refugio de desplazados y damnificados, al lejano barrio El Pablón, a los refugios donde se encuentran los niños abandonados o afectados por la violencia, las minas o las enfermedades, con sus poemas, canciones y cuentos a “pellizcar” la vida de estos seres humanos y a decirles, no estamos solos, hay miles de maestros esperando compartir sus aventuras, sus personajes mágicos llenos de fantasía y bondad. Y así, entre libros y canciones, con el escudo de la hoja en blanco y armados de lápices, nos armamos de fantasía, damos rienda suelta a la imaginación, y volcamos el alma en cada encuentro.

En el año 2008, el concurso literario llegó a la IV versión ampliando sus fronteras e invitando a todos los habitantes de Bucaramanga, a unir sus plumas con las de los habitantes del norte… los cambios en las autoridades culturales de la ciudad afectaron el concurso, a pesar que se dice que no hay quinto malo… el libro del norte cerró sus páginas a mitad de la historia puesto que se agotaron los recursos para continuar.

A pesar de que ya no habito los barrios del Norte, me escapo cada fin de semana y junto a otros seres humanos llegamos con nuestra calidez y enseñanzas a apoyar otras gestiones, y dar a luz los proyectos de vida de seres humanos anónimos que sueñan con una vida mejor por medio de la literatura y la investigación.

¿Revivirá para el 2010, EL NORTE MUNDO DE LETRAS…?

Silencio…

1 comentario:

Jeffrey dijo...

Saludos, Laura..llegue a este blog por accidente, y no pude dejar de leer tu historia, vivo en el norte y soy presidente de la Junta de accion comunal del Bosque Norte...me gustaria contactarte ya que de personas como usted se aprende mucho. Felicitaciones y espero que tus sueños se realicen.

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