ÍNDICE DE PÁGINAS.

30.1.10

LA NIÑA Y LA LUNA...

De mis viejas crónicas (Año 2005)
Por: Laura del mar.

"En un lugar no muy lejano cuyo nombre se ha conocido como ciudad del olvido o Ciudad Norte, en uno de sus barrios cuyas casas estaban hechas de pedazos de tablas, cartones y latas, ubicadas en lo más empinado y faldudo de aquel escarpado terreno, estaba ubicado el rancho donde vivía Lucerito: una niña que apenas despuntaba los once añitos."

José Ramón Meneses Aparicio comienza, de esta forma, a relatar la historia de Lucerito, cuento ganador en el primer concurso EL NORTE MUNDO DE LETRAS.

De una manera muy sencilla y concisa "Chepe", como cariñosamente lo llaman sus vecinos, nos lleva en un carrito de balineras a recorrer las calles de la Ciudad Bonita, en una noche de trabajo recogiendo cartones, plásticos, papeles; humilde labor a la que se dedican algunos habitantes del Norte.

La primera vez que hablamos por teléfono me sorprendió su voz por su manera de expresarse, percibí que me encontraba ante un personaje que seguramente me enriquecería con su vida.

Aunque don José no pudo asistir a la premiación del concurso, ese sábado 29 de Octubre de 2005, porque se encontraba en San Cristóbal, Venezuela, en un encuentro Internacional de trabajadores Comunitarios, nos regaló con sus escritos algunos de sus sueños.

A don José, le duele la pobreza de la gente que vive en ranchos hechos con retazos de cartón y tablas. Orgulloso habitante del barrio Los Ángeles, ubicado en las laderas del Norte, trabajó con su Comunidad para lograr la reubicación de las humildes viviendas levantadas en precarias condiciones en las peligrosas lomas donde se inició el barrio La Transición.

A sus 47 años, colabora como voluntario en el grupo PLANETA PAZ, organización financiada por el gobierno de Noruega y que destina sus recursos en favor de la soñada Paz de Colombia.

Los ojos le brillan al contar sus historias. Con mucha picardía en su rostro, don José se siente feliz relatando como con unos amigos un día soñaron con la primera y única emisora de Ciudad Norte, a la cual llamaron Fantasía Estéreo. Quisieron registrarla correctamente pero al saber los altos costos que esto requería decidieron lanzarla al aire así no más. No contando con un local para ubicarla, cada día llegaban y montaban su oficina en las mesas de alguna tienda del sector, desde allí se encargaban de llegar a los hogares del Norte no sólo con alegres melodías sino con toda clase de mensajes, chistes, coplas y poemas. Los diversos negocios de los barrios del Norte se disputaban cada día su presencia, debido a la alta venta que su compañía les causaba. Los sueños del locutor y sus amigos terminaron cuando por accidente su transmisión interfirió con la torre de control del aeropuerto Palonegro. Los vuelos que salían y llegaban a la Ciudad Bonita, esa tarde, empezaron a ser saludados y guiados por la música y la alegría de la rústica emisora.

Ajenos a lo que estaba sucediendo, don José y sus compañeros recibieron la sorpresa de un allanamiento donde fueron decomisados los aparatos de la emisora ambulante de Ciudad Norte. Hoy a don José sólo le queda la alegría de saber que su pequeña emisora alguna vez fue escuchada en el cielo.

Este hombre que sueña, que siempre está sonriendo, que cuenta historias maravillosas plasmadas en su alma y en viejas fotos en blanco y negro sobre los inicios de Ciudad Norte, se gana la vida como camarógrafo de barrio, grabando cumpleaños y bautizos.


En la ventana de su casa muestra a sus vecinos la edición especial del periódico LA ESKINA, donde fue publicado un fragmento del cuento que hoy es el orgullo de su vida.

Su mente navega en el recuerdo. Cada vez que lo presento en los programas culturales de la radio, el rostro rejuvenece ante el micrófono, su voz se torna más alegre, en su semblante aparece de nuevo ese gesto picaresco.

Esta es la primera de muchas historias maravillosas que conocerán cada semana, historias sobre habitantes de Bucaramanga, que sueñan con llenar la mente y la vida de la nueva generación de Ciudad Norte con ideas de cultura, paz y progreso.

25.1.10

CON LÁPICES ENFRENTAN LA GUERRA...




Con lápices enfrentan la guerra.
Por Laura Margarita Medina.
“Laura del mar”

En un día del año 2007...

Cambiaba el dial de mi radio, buscando algo que valiera la pena escuchar. La palabra “Norte” me hizo devolver con afán el botón en el aparato. Centré mi atención en la voz del periodista:
− "Un grupo de jóvenes de Ciudad Norte, han enviado una circular con el fin de protestar contra la discriminación a la que están siendo sometidos por el hecho de ser habitantes de ésta parte de la ciudad. Manifiestan que, en sus hojas de vida deben mentir y escribir otra dirección que no delate que ellos habitan en uno de sus barrios por temor a… "

¡Eso…! Eso era lo que buscaba. Esa era la luz que necesitaba para iluminar el camino que soñaba iniciar. Este era el empujón para lanzarme a realizar aquel plan secreto que desde hace unos meses trazaba en mi mente.

Esa mañana el periódico local exhibía en primera página, con grandes letras color rojo estas frases que volvieron a taladrar huecos en mi corazón:

¡TRES MUERTOS ESTE FIN DE SEMANA EN CIUDAD NORTE! Bajé la mirada. Sentía mi alma maltratada. Vivía en el Norte, muy cerca de esas calles donde anunciaban habían ocurrido las muertes. Angustiada me pregunté: ¿Pero, dónde? ¿Cómo es que duermo, camino, respiro y vivo en el Norte y no he visto la violencia, aquella que anuncian los diarios cada mañana con esas grandes letras? Las noticias y la mayoría de habitantes de la otra parte de la ciudad se referían a nosotros, sus vecinos, como “los ñeros” del Norte. Entonces, ¿Si yo formaba parte de esta comunidad también era una ñera? Y mis hijos, ellos se levantaban en el Norte. Cuántos rechazos había soportado a causa de esto. Hasta mi familia se había escandalizado cuando, debido a mi angustiada situación económica, tomé una casa en arriendo y me trasladé al barrio Bosque Norte, según las “estadísticas” de los noticieros, uno de los más peligrosos de Bucaramanga.

En mi mente aún se conservan frescas las palabras de mi madre.
− ¿Qué le pasa mija? ¿Cómo es que se le ocurrió irse a vivir por allá?
− ¡Mamá! No me diga eso. Las cosas no son así, son barrios normales, con niños jugando en la calle, señoras que compran el pan en la tienda de la esquina, hombres que salen a trabajar todos los días… con gente que lucha y sueña por el bienestar y progreso de sus hijos. No juzgue sin conocer.
− ¿Es que no lee la prensa? ¿No escucha las emisoras?
− Atracos y muertos hay en todas partes, en cualquier calle del mundo. Además no toda la gente es así como lo dicen las noticias. Son estrategias para vender más periódicos.
− Tiene que salirse de allá.
− ¡Mamá! No tengo trabajo, donde vivo el arriendo es económico, puedo pagarlo.
Hacía muchos años que nadie me daba la oportunidad de trabajar y cuánta capacidad y conocimientos tenía. Los había adquirido por medio de la lectura. Mi venta de comidas rápidas, había terminado estampada en una pared, debido a que una buseta se había salido de su ruta, se me había venido encima y me dejó sin negocio, en un minuto había terminado con diez años de trabajo, dejándome sin el único medio que tenía para conseguir el sustento de mis hijos.

Tenía que hacer algo y rápido. Era urgente.

Me gustaba escribir poemas y cuentos. Asistía a tertulias y talleres, donde era aceptada con facilidad, más cuando se enteraban que vivía en el Norte, me miraban raro. Desconfiaban de mí. En algunas ocasiones me enfrenté a hombres que pensaban que mujer habitante del norte era sinónimo de prostituta.
¡Cuánto me dolía recibir ese estigma con el que habían generalizado a más de 50 barrios entre asentamientos y refugios de desplazados!

En mi mente, buscaba aquel faro que con su luz iluminara la ruta por la cual lograra mostrar aquello que nadie más alcanzaba a divisar entre tanta sombra de maldad y violencia.

En esos días había publicado mi primera novela. Me sentía escritora, mis lectores decían que tenía talento, que mi novela era muy buena y que les gustaba mi estilo.

¡Sí…! Por ahí era… Qué mejor ejemplo que el mío… Mi vida… mi formación a través de los libros de la Biblioteca Pública. Empecé saliendo a los parques. Los niños se me acercaban y yo leía para ellos poesías y cuentos. Empecé a visitar los Colegios de primaria y bachillerato, solicitando un espacio para motivar los niños a la lectura y la creación de sus propios textos.

Mis vecinos y yo, nos preparábamos para una revolución cultural. Y así, de esta manera, un día del mes de Mayo del 2005, presenté ante el Instituto de Cultura la propuesta de realizar un concurso de cuento y poesía, exclusivo para los habitantes del Norte, la cual fue aprobada de inmediato. Feliz corrí a casa. Quería compartir con mis cinco hijos y mi Madre, que la revolución acababa de empezar. Mis niños me miraron sorprendidos. Mi primogénita se puso furiosa:
− ¡Solo a Usted se le ocurren esas cosas! ¿De qué va a vivir? ¿De cuentos y poemas?
− No lo sé mamá.
− Cuando sus hijos tengan hambre, les cocina sopa de letras.
− Mamá… por favor, no me diga eso.
− ¡Me voy de esta casa, usted está loca!
Vi con tristeza como mi madre me abandonaba y mis hijos a pesar que nada decían, con su mirada reprochaban mi locura.

Todos los días salía de casa muy temprano, subía las colinas del Norte para poder llegar a cada escuela, a cada esquina de barrio donde encontraba a los jóvenes reunidos matando el tiempo. Muchas veces mis charlas eran acompañadas por los acordes de mi estómago reclamando alimento y la resequedad de mi garganta deseando un poco de agua; y mis pies… adoloridos, y mi alma un derroche de esperanza.

La editorial, con la que había publicado mi novela, me obsequió los afiches para publicitar el concurso y la edición del libro donde aparecerían los diez mejores cuentos y poemas. Los locutores de las emisoras, me permitían sus micrófonos para invitar a mis vecinos a escribir. Muchos de mis compañeros escritores decían:
− Qué lástima que usted pierda el tiempo de esa manera con “esa gentuza” del Norte.
− Soy parte de “esa gentuza”
− Ya verá que no le llegarán poemas ni cuentos. ¡Qué van a saber escribir algo que valga la pena, a esa gente no les interesa la cultura!
− ¡Yo escribo y vivo en el Norte!


El día que cerraron las urnas, doscientos cincuenta textos entre cuentos y poemas, llenaban mi corazón. ¡Éxito pleno y total!
Esto llamó la atención de los medios y fue así como el 26 de Septiembre de 2005, mostraba con orgullo las páginas del periódico más importante del país: Bucaramanga/promueven poesía y cuento en barrios periféricos “CON LÁPICES ENFRENTAN LA GUERRA”, esta publicación sirvió de ejemplo a prensa y emisoras locales. Poco a poco fueron apareciendo en las páginas culturales los rostros del Norte… mostrando sus talentos, sus creaciones.

Este año 2007, se está realizando la tercera versión de “CIUDAD NORTE, MUNDO DE LETRAS”. El concurso ya no tiene exclusividad. Convoca a toda el Área Metropolitana de la Ciudad Bonita de Colombia. Mi garganta no se cansa de anunciar en las emisoras confirmando:

“Es verdad. Los habitantes del Norte estamos armados de lápices y pinceles, los jóvenes empuñan guitarras e instrumentos musicales, pañoletas y sombreros para animar sus bailes y canciones”

De esta manera una mujer inquieta e inconforme, ha ido borrando, al lado de sus vecinos, con el láser de la literatura, el horrible tatuaje que la sociedad había dibujado en la piel de los habitantes de una Ciudad Norte, que clama igualdad, sin gritos, ni protestas, ni cierre de calles, ni piedras, ni armas de fuego.


Cada año, la mujer de esta historia llega en el bibliobús de la Biblioteca Municipal a cada barrio, a las bodegas del Café Madrid refugio de desplazados y damnificados, al lejano barrio El Pablón, a los refugios donde se encuentran los niños abandonados o afectados por la violencia, las minas o las enfermedades, con sus poemas, canciones y cuentos a “pellizcar” la vida de estos seres humanos y a decirles, no estamos solos, hay miles de maestros esperando compartir sus aventuras, sus personajes mágicos llenos de fantasía y bondad. Y así, entre libros y canciones, con el escudo de la hoja en blanco y armados de lápices, nos armamos de fantasía, damos rienda suelta a la imaginación, y volcamos el alma en cada encuentro.

En el año 2008, el concurso literario llegó a la IV versión ampliando sus fronteras e invitando a todos los habitantes de Bucaramanga, a unir sus plumas con las de los habitantes del norte… los cambios en las autoridades culturales de la ciudad afectaron el concurso, a pesar que se dice que no hay quinto malo… el libro del norte cerró sus páginas a mitad de la historia puesto que se agotaron los recursos para continuar.

A pesar de que ya no habito los barrios del Norte, me escapo cada fin de semana y junto a otros seres humanos llegamos con nuestra calidez y enseñanzas a apoyar otras gestiones, y dar a luz los proyectos de vida de seres humanos anónimos que sueñan con una vida mejor por medio de la literatura y la investigación.

¿Revivirá para el 2010, EL NORTE MUNDO DE LETRAS…?

Silencio…

13.3.09

Una crónica para una vieja amiga... Alma de La Calle.

En homenaje a esta mujer luchadora que hoy libra una nueva batalla, dejo esta crónica de mi encuentro con Alma de La calle hace tres años...

Hoy me enteré que en el pasado mes de octubre, Alma sufrió una enfermedad cerebrovascular. Dicen que es posible que no vuelva a escribir, incluso que no pueda volver a trabajar...


ALMA DE LA CALLE...
Una crónica de vida y amor.


“Nací en el Municipio del Carmen de Carupa, allá donde el valle de Ubaté se pierde silencioso, en la invisible comisura de los Departamentos de Cundinamarca y Boyacá, un 2 de Septiembre de 1947; ese día, Dios estaba loco, loco... distraído y loco...”

Me lo dice con picardía mientras me acerco y la envuelvo en un fuerte abrazo con el cual le expreso la felicidad que me causa el haberla encontrado, para conocer de sus sueños, fantasías y vivencias. Manifiesto mi sentimiento: - ¡He deseado tanto este momento! Ella, sorprendida me dice: - ¡Este saludo..., con abrazo y todo! Toma asiento en la única silla disponible, me acomodo a su lado sentada de esa manera como se sientan los niños a escuchar las historias del abuelo, e iniciamos nuestra charla con mis sinceras palabras: - Reciba mi afecto, mi admiración y ese abrazo, lo tenía guardado para usted desde hace años.

Ella, se echa un poco hacia atrás mientras desde sus negros ojos recibo la luz de bondad y experiencia, y de sus labios, la sonrisa de la inocencia. Le manifiesto: - Vengo de Bucaramanga, acabo de llegar. Mientras le expreso la alegría que me causa este encuentro me mira, me mira y me regala su sonrisa, continúo: - Me siento feliz de encontrarla... de pronto me interrumpe: - ¿Usted vive en Bucaramanga? ¿Me va a llevar para allá? Ahora soy yo la sorprendida, pregunto: - ¿Iría? Haciendo derroche de su alegría y sin pensarlo ni por un momento me dice: - ¡Por supuesto que sí! Con gran ilusión le digo: - Más adelante usted será mi invitada.
Ese fue el recibimiento en mi primera entrada hace tres años como Directora de Renata Bucaramanga al Ministerio de Cultura en la ciudad de Bogotá. Qué más podía yo desear, encontrarla a ella, precisamente a esa pequeña mujer, tierna, delicada, de voluntad férrea y con la fuerza de Atlas; que un día llamó mi atención en una entrevista que le hicieron en la televisión.

Me dediqué a escucharla declamar:
“Adiós..., el dolor en mi garganta amarga, la música me llena de quebranto, yo quiero morir hoy antes que mañana, aunque no merezca el campo santo...”

Al terminar dice: - Esta poesía me la aprendí en Bucaramanga, allí mismo en el Café Madrid, en el Norte, estaba escrita en una pared, supe que la había dejado allí una señora que trabajaba en un burdel o cantina... ese poema es la nota de una suicida... ella... lo escribió... luego se mató... algo así... ahora necesito saber quien la escribió, quiero saber su nombre para sacarla del anonimato. Si usted puede por favor, averígüelo.


Mis rodillas no aguantan más esta incomoda posición, me levanto, y llena de curiosidad le pregunto: - ¿Qué hacía usted en Bucaramanga? Mi voz suena seria, tal vez demasiado seria. Me mira con sus pequeños ojos, mientras su voz explota en palabras traviesas y llenas de agradables sorpresas que me hacen admirarla más: - Gaminiar! Siéntese usted acá y yo le cuento... Alma de la calle, inicia a revelarme un pasado que la llevó por caminos entre soledades, privaciones y los peligros propios de la calle.

- Nunca conocí a mi madre, me criaron las monjas en un orfanato, ellas me obligaban a leer la Biblia como castigo a mis locuras, a mi rebeldía. No era que me portara muy mal, lo normal en una niña de tierna edad que jamás había recibido el calor de un hogar o la caricia de una madre. Levantarse en un internado no es fácil.



Pintura realizada por ALMA DE LA CALLE.


Sus ojos se opacan un poco y mi corazón se recoge mientras le pido continúe su relato.
- Mi verdadero nombre es María Amparo Amaya Alarcón. Estudié hasta quinto de primaria en la escuela de Orientación femenina de Bogotá, donde hoy queda el Colegio de La Merced. A la edad e 10 años logré salir del internado, me enviaron a trabajar a una casa de familia en Bucaramanga, allí me cansé de pelar papas, cebolla, de preparar los alimentos de unas personas que solo me pagaban con sus malos tratos, por eso me volé de esa casa. Preferí la calle, caminar sin rumbo, conocer otras ciudades perdiéndome en los caminos de mi Colombia.
Un día, en Bucaramanga, me encontré en el Café Madrid tres muchachos que me regalaron una caja de lustrar. Seguí mi caminar; hacía artesanías para vender en San Antonio del Táchira, donde tuve mi primer novio. Hoy a mis 59 años sigo siendo lustrabotas pero también hago artesanías, pinturas y escribo.
En ese instante la interrumpo: ¿Cómo fue que nació en usted la idea y el amor por la escritura? Me alegra haber echo esta pregunta, por que de inmediato, ella recuperó su alegría: - Leyendo la Biblia, cuando las monjas me lo imponían como castigo, yo, cambiaba los textos, cambiaba las historias, ellas pensaban en castigarme y yo a escondidas me divertía, escribiéndolas a mi manera...

Ha publicado un libro de poesías, cuentos y aforismos: Escribiendo como loca (1993) y otro de cuentos: Mi mente es así... por el cuento (1999) el IDCT, le publicó dos novelas en un solo libro, Observando el universo, y El Hijo de La Muerte (2004). También el libro 111 poesías para no morirse y 3 escritos para María Mercedes Carranza, editado por el Ministerio de Cultura, año 2004.

- “Recibí una mención de honor en 1995 en el Encuentro de Mujeres Poetas de Roldanillo, Valle, y en el 2003 gané el Premio Descanse en Paz la guerra otorgado por la casa de Poesía Silva, aún bajo la dirección de María Mercedes Carranza. Hace pocos días fue inaugurada la Biblioteca Pública de mi pueblo y le pusieron mi nombre: ALMA DE LA CALLE...”


“Esta poesía la escribí en momentos en que recordaba a la madre que nunca tuve, que nunca me amó, aquella que solo sirvió para parirme y nada más.... Son muchas las personas que padecen del mismo mal”.



NO CONOCÍ A MI MADRE


(9 de mayo 1974)

Buscando a mi madre perdida quedé,
caricias no encuentro de esa mujer.
Conocerla ya es difícil, verla también;
paso días enteros incansablemente por esa mujer.
En hechos y obras sirvienta me quedé,
creyendo en ilusiones que nunca conoceré
Me criaron las monjas consuelo no hallé
diciendo que siento tristeza y afán.
Con amor y ternura quisiera encontrar
a mi madre querida que no me quiso criar,
entre sueños la veo sin conocerla
sin estar ella conmigo o, no sé si se murió.
Los niños que sufren, sufren así
buscando a la madre y no la encuentran;
la madre los quiere, la madre no se ve.
Los niños y niñas sin madre se afligen,
se afligen por falta de cariño y amor
y por esa ausencia de la madre que es lo peor...

Su voz se detiene un momento, para luego continuar... “Amigo lector siempre he recordado con tristeza y nostalgia las horas muertas de mi niñez en las que no logré aprender gramática castellana ni otros idiomas. Las personas de la calle hemos desperdiciado el tiempo y hay mucho profesor que podría ayudarnos a recuperar el tiempo perdido en nuestra callejeadera. Es necesario que se conozca la lengua que se habla en la calle. Aprender me ha sido difícil, pero muchas personas me han ayudado y gracias a su apoyo estoy vinculada al oficio de las letras. No tuve la oportunidad de estudiar por esta razón pienso que por eso mis años anteriores fueron perfectamente perdidos. Hoy, he comenzado a conocer el lenguaje y la literatura. Saco libros de la Biblioteca Luis Ángel Arango, mi segundo hogar.”
“De los libros espero conocimiento y sabiduría para poder manejar y abordar mejor mis escritos de narraciones sencillas sobre mi experiencia en la calle”.

Alma de la Calle, una mujer admirable continuaba lustrando los zapatos de los funcionarios del Ministerio de Cultura y sus alrededores, los sábados estudiaba Literatura en la Biblioteca El Tunal.

Entre Alma de la Calle y Laura del Mar no hay mucha diferencia, dos niñas que vieron pasar su niñez y adolescencia en fríos internados, alejadas del calor y las caricias de una Madre y que hoy cada una, a su manera, luchan por realizar un sueño a través del suave deslizar de la pluma sobre el papel, para dar vida a sus fantasías, creando con letras su futuro.

Hoy, les he presentado a una mujer que un día recibió el apoyo de Rosario, la cantante hoy fallecida, que viajó por un mundo de poesía primero en sus sueños, luego en sus libros.

La última vez que me encontré con ella hace un año, desayunamos en una sencilla y pequeña cafetería donde ella quiso llevarme, ubicada en el barrio La Candelaria, allí compartimos un agradable charla y me presentó a sus amigos, personas que venden artesanías y alimentos en la calle, entonces lintentaba una lucha a brazo partido para demostrar que aunque ella no hubiese recibido educación superior y en las paredes de su humilde hogar no cuelguen “cartones” que la titulen como versada en letras, poseía de manera natural todas las herramientas, la imaginación, el poder creativo, y el mando de su pluma para trazar sus escritos en pequeñas libretas o en grandes libros que la hacen gigante en su espíritu y en su manera de entregar lo que siente, que ha vivido, que ha recogido en el camino, en esa escuela y en esa Universidad que ha sido su vida.


Y es que el origen de cada poesía es un bello y aromático entregar de un alma que ha recorrido las calles más desoladas, bajas e impuras del país y que ella en sus líneas le ha entregado el pudor de su mirada y las ha dado limpias, lustradas con su mano, aunque se quiera negar que las personas tenemos derecho a escribir sin importar de donde hemos salido, de donde retóñanos o renacemos a la vida.

Hoy Alma lucha contra otro fantasma de la vida, la enfermedad. En este día 13 de marzo de 2009, hace apenas cinco minutos llamé a Marcela su hija quien me ha dicho que Alma de la calle se recupera, que su fuerza es de una luchadora y que no desfallece en su intento de volver a tomar la pluma y escribir.

Les dejo la nota completa que he tomado del Intermet escrita por: Samuel Andrés Arias:


No importa cuál sea su nombre de pila, para todos, para ella es Alma de la Calle.


Dicen que desde hace años recorre el centro de la ciudad con su caja de lustrar botas. Tiene una larga lista de prestigiosos clientes y otros no tanto. Pero su pasión es la literatura.

La conocí en el Taller de Novela Ciudad de Bogotá. Estaba trabajando en una promisoria novela infantil: "Entre brincos y letras".En el taller, los comentarios de Alma siempre eran espontáneos, muchas veces salidos de contexto, pero siempre honestos.

Como buena escritora, tiene un amor propio grande y pronto sus conversaciones derivababan en alguna de sus tantas anécdotas como militante de la calle.
Aunque algunos les cueste creerlo es poeta de las que publican, pero como casi todos los de su especie, poco vende. Sus obras editadas recientes son: El hijo de la muerte, Observando el universo, 11 poesías para no morirse. ¡Vaya paradoja! ... para no morirse.

Hace unos días, Alma sufrió una enfermedad cerebrovascular. Dicen que es posible que no vuelva a escribir, incluso que no pueda volver a trabajar. El costo de su atención, por las buenas o por las malas, lo tiene que cubrir su asegurador o el Distrito (no es un asunto de caridad, esa es la ley), pero ella y su familia tienen que sobrevivir y su fuente de ingresos principal no son sus poemas, es su decorada caja de lustrar zapatos. La enfermedad no le permitirá volver a su oficio, al menos por
un buen tiempo; y más que justo sería que su obra le ayudara a mantenerse en estos momentos.

Por eso los invito a comprar sus libros. Los interesados en los poemarios pueden llamar a Marcela Santos, su hija, al teléfono celular 310 8045452 .

13.2.09

Laura, por los caminos polvorientos de Santander... Crónicas de viaje.



Por los caminos polvorientos de mi Santander.

MIL MANERAS DE VIVIR ESTA PASIÓN…

Esta hermosa vocación que se adhiere cada día más dentro de mí, que se aferra en mis entrañas, que me envuelve y aprisiona como Ipomea a su pared, que con gozo esparzo entre otras vidas a otros seres humanos que reciben este aroma que llevo en mí. Mil maneras de entregarme cada día entre letras y versos; palabras en cuentos; entre libros, videos, rondas, canciones y danzas. Y es que cada día recibo más y más bendiciones por el sendero eterno. Esa, la ruta de los libros, en la Biblioteca Pública adquiriendo nuevos conocimientos pero por sobre todo... compartiendo lo poco o mucho que sé con mis semejantes y en especial, con los niños.

Acá estoy de nuevo, no crean que me había ausentado por olvido o por cansancio. No, solo me estaba preparando más, es que a mi paso se abren mil maneras de vivir para esta pasión que me cobija, que me acuna con su encanto, en los brazos de la literatura, de las artes.

Entrego a mis lectores las aventuras literarias de mi caminar siendo formadora del programa MIL MANERAS DE LEER, proyecto apoyado por el Ministerio de Educación Nacional de Colombia, El Cerlalc, la Unesco, entre otras entidades.



El 23 de Octubre del año 2006, treinta personas provenientes de diferentes departamentos de Colombia nos reunimos en el Salón Golfistas del Hotel Tequendama en Bogotá, entre ellos cinco representaban a Santander: las Bibliotecarias Mireya Rincón y Ludy Rojas de Floridablanca; los creadores del periódico y revista LA ESKINA, escritores, poetas y gestores culturales; Claudio Edgar Anaya y Javier Félix y, junto a ellos, la inquieta Laura Margarita. Iniciamos ese día una semana de compartir, de recibir y de dar. Cuantas personas maravillosas conocimos, cuantas historias sorprendentes escuchamos. Pasábamos en un momento de la risa a la tristeza, aunque esta no duraba mucho tiempo, era más la alegría de disfrutar al máximo este hermoso encuentro. No dimos grandes paseos por las calles Bogotanas, apenas nos quedaba tiempo para darnos el gusto de conocer y disfrutar de los elegantes salones engalanados de flores que nos recibía cada medio día para departir un exquisito almuerzo.

Pudimos observar con asombro y admiración la bella Bogotá de medio día que se mostró despejada, soleada, orgullosa y atiborrada de tráfico, mientras yo, desde el Salón Presidencial ubicado en el piso diecisiete, le robaba miradas coquetas a la altiva torre de Colpatria que me invitaba a dejar de lado el delicioso postre, para dedicarle mis ojos solo a ella, pero la glotonería pudo más que la seducción.

Por la noche, como una gran familia, compartíamos los exquisitos platos italianos en el restaurante Piazza Roma. Mas tarde, cuando la noche se hacia nuestra cómplice por los pasillos del hotel, se sentía el correr, el llamar, el invitar, se escuchaban poemas, hasta altas horas de la noche escuchábamos anécdotas, continuaban las risas, a las damas nos llegaban rosas, signo de unión, de amistad, de aliento cuando nos sentíamos débiles, cuando señores como Javier Manrique y Raúl Sánchez, de Norte de Santander, adivinaban el temor que sentíamos de iniciar esta misión. Ellos fueron nuestros guías y consejeros; su experiencia en las dos fases anteriores los hacia fuertes ante nosotros. De ellos mucho aprendimos.

Nuestras mañanas y tardes eran de aprendizaje, de un alegre aprendizaje, con todos los inconvenientes que un novato puede enfrentar, con todas las miles de preguntas que se nos venían a la mente y que en algunas ocasiones temíamos hacer por temor a demostrar debilidad. Estoy segura de que en alguna oportunidad la "embarré", no dejaba de preguntar y preguntar, de opinar y opinar, de llenarme de valor, pasar al frente y hacer mis pequeñas exposiciones.

Corina Chand, gerente del proyecto "Mil maneras de leer", es una mujer de ligero caminar, sencilla en su vestir, siempre sonriente, alegre, a quien no se le escapaba el más mínimo detalle de la capacitación que se realizaba. Ella es nuestra jefe, la capitana de este grupo de soñadores diseminados a lo largo y ancho de los salones del hotel Tequendama, quiénes hoy, orgullosos, estamos difundiendo su mensaje por todos los recovecos de la amada Patria.

Junto a ella, con su sonrisa y su mano extendida hacia nosotros, Luz Dary Másmela, quien es nuestra consejera y guía, nuestra amiga y apoyo en esta semana de preparación y en estos meses de trabajo. Estas dos mujeres son líderes de un proyecto espectacular, cuyo objetivo principal es unir la biblioteca pública y las instituciones educativas, para lograr que el docente encuentre en las bibliotecas un apoyo y en el Bibliotecario un amigo, su cómplice.

A través de un proyecto institucional, involucrado dentro del plan de mejoramiento de la Institución Educativa, se busca realizar un trabajo de promoción de lectura y comprensión lectora, que no sea exclusivo en el área de literatura o español, sino que abarque y una todas las áreas que constituyen el plan de trabajo para la formación.

Laura, Por los caminos polvorientos de Santander... Crónicas de viaje.

Mil Maneras de vivir
esta pasión

Parte II.


Aliados a este proyecto se encuentran el Ministerio de Cultura, de Educación y el Cerlalc. Estas tres instituciones nos han invitado para que caminemos junto a ellas por las bibliotecas de los más apartados municipios de nuestra región, ''seduciendo'' a todas las entidades escolares para que visiten y conozcan el material con el que han sido dotadas más de 350 bibliotecas en el país. Son maravillosas y recreativas colecciones de libros que hacen más ameno el aprendizaje de nuestros estudiantes, variedad de videos de cine y documentales que apoyan la difícil labor de enseñar.


El maestro, encontrará en la biblioteca pública todo un mundo de nuevas y divertidas aventuras para los niños y jóvenes en el complicado mundo de las matemáticas, la física y la química; así como libros con sorprendentes imágenes de preciosos lugares de Colombia y el mundo. Estas herramientas hacen más atractivo el recorrer y conocer la naturaleza, la geografía, las gentes y sus costumbres, las ciencias exactas, los deportes, ¡todo!


Desde esta semana, cinco soñadores iniciamos un andar por los pavimentados o polvorientos caminos, atravesando valles y montañas del Gran Santander; muy ligeros de equipaje personal pero con grandes cajas atiborradas de cartillas, con el corazón palpitando de emoción y la mente llena de conocimientos y deseos de compartir. Estaremos en cada pueblo o vereda, llegaremos a veinticinco municipios, algunos de ellos muy olvidados. Tendré la dicha de visitar lugares cuyo nombre desconocía por completo como San Joaquín y San Benito. Estaré en Onzaga, Barbosa, y el jardín florecido de San Andrés.


Les presentaré en mis próximas noticias, fotos, historias, mitos, leyendas y anécdotas de mis viajes; a la vez que invitaré a mis cuatro compañeros para que me acompañen en este espacio y los hechicemos con la historia de nuestro recorrido.

¿Cómo decirlo? Laura Margarita siente que cada lágrima derramada, que cada caída y la herida producida, las noches de desvelo, las agotadoras jornadas recorriendo las cimas y los valles de los pasillos de Ciudad Norte, el cansancio y agotamiento, cada gota de sudor que dejaba a su paso, valió la pena haberlo recibido, haberlo sentido. De no ser así, tal vez hubiesen hecho falta.


Mil Maneras de vivir esta pasión
Parte III

Mi primer viaje en el "Concorde"



En el terminal de transportes de Bucaramanga, me enteré de que sólo una empresa de buses realizaba viajes para Onzaga. Sentí ardor en la boca del estómago cuando vi el viejo autobús en el cual debía realizar mi viaje; de esos buses cuadrados, con vivos colores, la parte de arriba decorada con una fuerte parrilla de hierro blanca, en los vidrios traseros y delanteros se destacaba un aviso que anunciaba que el "Concord" recorrería montañas y destartaladas carreteras para llegar a un pueblito que era toda una ilusión para mi.

A las once de la mañana el bus salía haciendo sonar la trompeta, dentro de él, una mujer soñadora se retorcía las manos de los nervios. Lo más extraño fue el contar que solo éramos tres los pasajeros. Mi imaginación de escritora planeaba toda clase de aventuras en este recorrido. Muy pronto el vehículo empezó a detenerse en cada esquina. Uno a uno, todo el que se subía era saludado... Buenos días compadrito Jeremías... Buenos días compadre Héctor...

Era increíble... Me sentía, emocionada y hasta aterrada. Todos, todos los que se subían en cada paradero, en cada curva, en cada tienda de vereda, en cada orilla del camino, era saludado por el conductor con su nombre propio. De todos ellos recibí un saludo sin palabras. No hubo ser que se subiera al "Concord" y no detuviera su mirada en la extraña que les brindaba una sonrisa.

Cuando llegamos a San Gil, mi tierra, el bus quedó colmado de pasajeros, de costales, cajones y toda clase de equipajes. Para quienes entraban y salían era casi imposible transitar por el espacio asignado para ello. Era mi primer viaje, no tenía ni idea por donde llegaríamos a Onzaga. Un anuncio en la carretera por donde doblamos a la derecha, anunciaba que íbamos rumbo a Mogotes.


El automotor empezó a subir la alta cuesta, alcancé a divisar aquel pozo donde me bañé hace unos veinte años: "Pozo Azul", sus aguas tranquilas en las que los niños se tiran de las altas rocas. Casi siento el cosquilleo de los rizos de las cascadas cantarinas. Me recordé sentada recibiendo en la espalda el delicioso masaje que ellas me regalaron la última vez que estuve allí. San Gil, mi pueblo natal, respiré un poco de ti, me dejé acariciar por tu brisa. Animaste mi mente al navegar en tu recuerdo...


Hasta "La perla del Fonce" había tenido varios compañeros de viaje transitorios, mas éste que me acompañaba ahora entabló una alegre e instructiva charla conmigo. Empezó a contar de cada curva, de cada loma, de cada vereda, me hablo del río, del canotaje, también de la música y del grupo que el formó con familiares y amigos; terminó muy orgulloso contándome de aquel premio que Mogotes ganó hace unos años y que lo denominó como el pueblo de la paz.

Se despidió de mí con toda la amabilidad y la alegría de un hombre de pueblo que tiene la fortuna de trabajar por su desarrollo desde su puesto como Concejal. Mogotes... Pueblo grande, calles largas, casas viejas, gente amable.

Llegamos al parque, sabía que Javier Félix debía estar ese día allí, en Mogotes realizando el taller para maestros. Se me iban los ojos buscándolo en cada calle. El "Concord" se estacionó junto a un bus que estaba próximo a partir en sentido contrario al nuestro. Entonces divisé el rostro del poeta amigo.

¡Qué alegría ver una cara conocida! Los dos corrimos al encuentro, casi no tuvimos tiempo de charlar, más no era necesario, nos encontrábamos en la misma situación. (Él pálido, con su estómago revuelto, cansado, pensativo, deseando llegar pronto a su hogar a abrazar a su pequeña Galilea; yo, preocupada por las palabras que acababa de escuchar, faltaban cinco horas para llegar a Onzaga y de Mogotes para allá el camino si que iba a cambiar: estábamos a punto de dejar atrás la carretera sin pavimentar, y tomaríamos camino por una trocha que nos llevaría primero a San Joaquín y luego a Onzaga). Después de un más que alegre saludo, Javier Félix y yo nos despedimos con un fuerte abrazo; no hubo palabras, en la fuerza que pusimos en nuestra despedida intercambiamos algo que nunca nos dijimos: ¡Valor...!

Un hombre de aproximadamente cuarenta años, se sentó a mi lado. De inmediato preguntó cuál era mi destino:

- Onzaga...

Hubo un corto silencio, interrumpido por su alegre voz
- ¡Yo me bajo en San Joaquín!


Mil Maneras de vivir esta pasión
Parte IV

Mi primer viaje en el "Concorde"


No deseaba hablar más. Cerré los ojos para evitar observar lo que me mostraba la noche que caía. Los profundos faldones que descolgaban de las montañas. El camino era cada vez más angosto, los precipios más profundos, el bus se mecía, a veces parecía que íbamos a rodar por uno de esos oscuros peñascos. Apretaba mis manos y mi mandíbula, disimulando los nervios que me invadían. Para completar, un fuerte aguacero reventó en truenos y relámpagos.

De verdad estaba asustada...

Pensaba en mis hijos, en mamá, en Guillermo... en mis amigos, en mi vida, llovía y mi vecino no paraba de hablar. Supe que era profesor de música y serenatero. No recuerdo más, mi pensamiento estaba muy lejos de sus palabras.

San Joaquín empezó a anunciarse una hora y media antes de llegar. Lo supe cuando mi vecino dijo: ¿Si ve ese resplandor entre aquellas lomas? Ese es San Joaquín. Me alegré, porque sabía que de allí a Onzaga era muy cerca. Creí que llegaríamos al doblar de la primera curva...


... Nada, era solo el resplandor de un pueblo en medio de montañas. ¡Que ironía! Viajaba en el "Concord" y casi no avanzábamos. Al doblar de cada curva, esperaba encontrar el anunciado pueblo, pero su resplandor jugaba a las escondidas conmigo, a ratos se mostraba, luego se ocultaba.

Llegando a San Joaquín, hubo relevo de pasajeros. Se bajaron veinte, se subieron treinta. Uno a uno fue saludado por su nombre por el conductor (memoria privilegiada la de este señor).


Arrancamos vía a Onzaga... delicia de camino la que me esperaba (ahora si puedo decir que conocí una trocha de verdad). La lluvia arreciaba, también los pálpitos de mi corazón.

Al entrar a Onzaga le rogué al conductor: -Señor, por favor me deja frente a la Biblioteca Pública... Un solo rumor se levantó casi en coro. No hubo un pasajero que no exclamara: ¡La Biblioteca a esta hora esta cerrada su persona!

Uno a uno se aseguraron de enterarme de que a esta hora no había nadie en la biblioteca. Eran las nueve y treinta de la noche y llovía, sin embargo pude murmurar entre dientes: Allí me esperan...

El automotor no partió hasta que todos estuvieron seguros de que a la "dotora" alguien la "aguardaba".

Una sonriente Bibliotecaria esperaba para llevarme al hotel donde podría reposar mis maltratados huesos. Hacía frío y llovía, pero a pesar de esto, al mirar a mi alrededor presentí que acababa de llegar a uno de los pueblos más hermosos y acogedores del "Gran Santander".

Fui hospedada por el dueño del hotel en una cómoda habitación que aún olía a paredes nuevas; ubicada en la parte trasera de la casa frente a un hermoso jardín, adornado por un alto árbol que se encontraba justo en el medio del lugar pregunté:

- ¿Tiene otra habitación mas cercana a las demás?

Mi anfitrión sonrió al decirme:
- Esta pieza es la ordenada pa´la dotora, es la mejor... Es pa su persona...

Sonreí con picardía al preguntarle:
- ¿Está seguro que aquí no me va a salir el coco?

Risas de los tres, con estas palabras les demostré que no necesitaba tantos halagos, sólo deseaba reposar...


Onzaga huele a brisa de río, esparce el aroma del verde de sus montañas, a manantial de agua virgen, a tierra fresca, a campesino, a leche, a queso, al frescor de la verdura recién bajada del monte, a costal y mochila de fique.

Cada habitante del pueblo se desvivió en atenderme. La noticia de que había llegado la "dotora" se propragó por el pueblo. Fue un bello día de caminar y trabajar, de charlar y observar, de preguntar y responder.

¡Que gran calor humano el de la gente de Onzaga!

Laura, por los caminos polvorientos de Santander... Crónicas de viaje.


Mi primer viaje en el "Concord"
Parte V

Desde el primer momento en que me entregaron en Bogotá el listado de los Municipios que debía visitar, "Onzaga" sobresalía... Mi corazón regresó a mis años de internado y de primaria. Mi primera maestra. Era una alta mujer de piel blanca, tan delicada que parecía el algodón cuando revienta el capullo, tenía los ojos azules, tranquilidad en su voz, cantaba al igual que los ángeles, inspiraba paz interior.

Era religiosa de la Comunidad Vicentina, vestía de hábito azul, divulgaba con orgullo que había nacido en Onzaga. Fue quien me enseñó poesía, narración y teatro: desde que me conoció ella me decía "Tienes temple de artista".


También fue mi profesora de canto, de danza y de pintura. Siempre repetía: tienes pinta de cantante de bailarina y actriz. Escribía para mí poesías y dramas. Me dedicaba las tardes y me enseñaba a declamar. En sus obras de teatro yo era la actriz principal.. Ahora, después de casi cuarenta años, convertida en una señora, me encontraba en su tierra, cumpliendo con la promesa de estar en un escenario, desarrollando todo eso que un día ella me enseñó, entregando mi voz, mis palabras y mi canto.

No soy cantante, ni actriz, las cosas no son como se planean. Sin embargo, nunca me alejé de la formación que me dio, de todas las herramientas que me entregó con su formación, de las cuáles me he tenido que valer a lo largo de mi vida.


Cuando visité el Colegio Nuestra Señora de Fátima, tremenda sorpresa, su directora era una hermana Vicentina. Después de saludarla, le pregunté si conocía a la hermana Sor Mercedes Ramírez Gasca, para mi sorpresa me dijo, ¡Si claro! ahora descansa en el Colegio en Bogotá...

Me estoy extendiendo mucho en esta noticia que es una historia de vida, de añoranzas y de momentos vividos. ¿Cómo pasar de largo por esa tierra tan bella sin detenerme un momento a contarles de mi estrella? Mi primera maestra la que siempre estará en mí, la que me ayudó a soportar la soledad y tristeza en Zipaquirá, la que me brindó su calor para no sentir los largos pasillos de aquel frío internado.


Hoy tengo doble motivo para amar a ese pueblo rodeado de montañas. Entre todos los pueblos que he recorrido divulgando la escritura, la lectura, las Bibliotecas y los libros, ha sido en Onzaga donde he encontrado el más puro de los campesinos de mi tierra y de Colombia.

Todos los Jueves, bajan de las veredas a vender sus productos, con los bultos de fique llenos de verduras, y se reúnen en la casa de mi amiga Herminda a las cinco de la mañana, desayunan con una totumada de guarapo o de chicha de harina de trigo, endulzada con panela...



Allí me senté a escucharlos contar sus aventuras, a comentar en voz baja, la tristeza que produce que el Plinio hace ocho días que salió con el mercado p'al rancho, el chofer del campero asegura:
yo lo dejé en el camino que sube p'arriba pa su vere'a. Eso fue que el atembao no puso bien la pata al suelo y seguro se rodó y se lo tragó la quebra'a.

Tambien escuché historias de picadura de culebras: "Menos mal que el picao es un joven muy valiente que supo amarrarse el brazo y salir pitao a buscar a los soldados que le salvaron la vida". Hoy muestra en su mano esa marca eterna de los colmillos de la "bandida" que no se zafaba ni por el hijuepuerca.

Este es mi Santander, esta su tierra señores, esto recojo en veredas, en pueblitos y en las casas de la gente que sobrevive con esfuerzo y con paciencia en, los caminos que hoy recorro con dicha plena.

Y cuando el Señor Alcalde de Onzaga, me preguntó: ¿Ha sentido frío? Le respondí muy sincera: Acá jamás sentiré frío, es tanto el cariño y el calor humano que ustedes me han brindado que es imposible sentir eso que usted llama frío....

Onzaga, y el cerro del Mojón, con sus cuerdas de luz eléctrica que asemejan un teleférico y que se ha prestado para levantar muchas bromas.

Se me acabó el espacio en estas páginas, tenía tanto para contar que no hablé de Literatura... ¿Cómo hacerlo? Si todo un pueblo llena cada espacio de mi corazón.

Laura, Por los caminos polvorientos de Santander... Crónicas de viaje.

San Benito tierra de trabajo y Paz

Parte VII


Edgar Tavera Gaona, fue Secretario Municipal de San Benito. El 19 de octubre de 1994, dejó consignadas estas letras en el libro: "Esta es nuestra herencia: El Libro de la Paz". Orgullo, historia y reliquia que es guardado como un verdadero tesoro en la Biblioteca Pública de este hermoso Municipio que se levanta en las montañas del Gran Santander:



“San Benito, el pueblo de Martín Galeano, está inscrito en las más hidalgos tradiciones y costumbres de las tierras Santandereanas.

Protegido por la inmensidad de su geografía, por el verde de sus cultivos y por ese aroma enloquecedor del olor de la guayaba, que prende el corazón de propios y extraños. En San Benito, la fauna y flora son comparables con la belleza del Olimpo.

El dulce sabor de las mieles de la caña panelera da fuerza y ganas de trabajar a esta raza soberbia y humilde que es la raza Sanbeniteña. Aquí se rinde tributo a la mujer Santandereana, honesta, emprendedora y decidida a la hora de actuar. La esbeltez de su figura y su grácil personalidad, va de la mano de su inteligencia y beligerancia ante los problemas sociales que la afectan.

San Benito, tú eres corazón de caña dulce, eres alma de los vientos y de las brisas, eres pujante, eres alegre, lírico y épico. Por tus caminos y veredas corre siempre la pasión de quienes te respetamos y queremos.

Hoy tú, San Benito de mis juegos y mis esperanzas, te mereces la mayor de las situaciones y que mejor que el progreso y el desarrollo que te damos tus hijos, quienes, naturales y adoptivos, con un gran abrazo, entonamos jubilosos con el gran profeta:

¡Bienvenidos por los montes los pasos del que trae buenas noticias, que anuncia la paz, que trae felicidad!”


San Benito, tierra de trabajo y paz

Parte VIII



¡Ay! del hombre que llegue a San Benito, la belleza de sus mujeres lo hará cautivo de esta tierra..."

En las fotos que acompañan mi artículo anterior, se observa la ceiba que adorna el parque, la que una vez al año se despoja sin pudor de las hojas que la visten quedando desnuda por completo, pero ella nunca se siente avergonzada por esto; al contrario, se muestra altiva y orgullosa de ser el centro y el vigía de su pueblo.


Hoy se las presento llena de vida, mostrando su vestido verde y lanzando su arrullo con las caricias del viento, y ese encanto que produjo en el alma de quien durante horas estuvo sentada al frente suyo embelesada por completo, tratando de ponerle nombre a cada verde hojuela, jugando a adivinar su edad observando el grosor de su tronco, admirando sus vivos y arrogantes matices cuando la baña el sol, alegre a las caricias de la lluvia que la recorrían dándole más vida.


Y yo, sintiendo por mis venas la misma savia que corría por su majestuoso tronco. Me sorprendí y recordé la coqueta torre de Colpatria, cuando a las seis de la tarde unas muy bien puestas luces verdes, bañaron de mar esmeralda tu silueta. Bella ceiba de este pequeño pueblito cautivaste mis ojos y mis manos cuando recorrí cada rincón de tu grueso tronco. Me pregunto cuántas historias de amor y desamor se habrán tejido a tus plantas.

Ceiba de San Benito, que acarició mi cabello y mi rostro con tu alegre y suave vaivén, has engrandecido mi alma con tu canto. Pueblito soñador, quien llega a ti olvida la incomodidad y los baches de la trocha que parte de Guepsa hasta tu parque. Por mi parte, yo olvidé el calambre de mis piernas encogidas dentro de esa lata de sardinas llamada "campero" en la que me desplacé hasta tus aromados vientos.

Compartí dos días de enseñanza y aprendizaje junto a sesenta maestros que bajaron de diez veredas bastante retiradas de tu ceiba, supe de docentes que tuvieron que recorrer largos caminos con sus botas pantaneras, para escuchar el mensaje que les llevaba y de esa manera guardarlo en su corazón, en la memoria y en sus libros.

En pleno taller, descubrí el libro del cual presenté su introducción en el articulo anterior y que reposa en el estante junto a los dos grandes Atlas de la colección del PNLB, como los tres más valiosos tesoros, guardados en el mismo corazón de la Biblioteca Pública "Luis Carlos Galán". Y como lo dice el refrán que reposa en las entrañas de libro de la Paz : "¡Ay! del hombre que llegue a San Benito, la belleza de sus mujeres lo hará cautivo de esta tierra..."

San Benito, tierra de trabajo y paz, en tu libro, se encuentra una parte de cada visitante, de cada líder, de cada comandante de la policía que ha llegado y que ha partido, de cada niño que desee escribir en él, en tu libro quedaron escritas mis palabras, en tu ceiba el verde de mis ojos, en tu brisa el canto de mi vida, en tu Iglesia, monumento y patrimonio cultural los ruegos por que sigas siendo la tierra de la Paz , de los vientos, a mi olfato aún llega el suave aroma de la guayaba y el dulce sabor de tus bocadillos.

San Benito a las plantas de tu ceiba, volveré. Caminos, senderos, trochas polvorientas, talladas sobre profundos abismos, de esta mi tierra de amores, se abren paso entre montañas y colinas hasta acariciar sus valles, me llevan al encuentro de pequeños pueblos y caseríos donde la gente habita, sueña y transita con alegría, sin preocupación ni malicia. Sus calles empedradas, casas de barro y bravía guadua, techos de paja, viejas construcciones semi derrumbadas, son historia, leyendas, que transitan con sus gentes.

Y el "Concord" sigue avanzando, anunciando con la aguda bocina su presencia en cada recodo del camino y su arribo triunfal al caserío, donde sincero y alegre el conductor saluda; el ayudante recoge costales y cajones que contienen tesoros invaluables de largas horas dedicadas al arado de la tierra, al abono de raíces... el fruto de las plantas...


Cada curva, una posible aventura; una mano tímida y vibrante a orilla del camino, detiene el rodar descomplicado del viejo vehículo, que lleva mentes soñadoras, sencillos personajes que cuentan historias entre rastrojos, de sembrados y cosechas, de animales salvajes, ya domados...


Nos cruzamos con ruidosos y chicharacheros camiones, repletos de fique enrollado y la sonrisa que brinda el conductor a cada faz que desfila por su ventana, polvorienta y sudada.

Observo. Cruzo miradas con ojitos de pícara inocencia, que me saludan con la pureza del campo, saludos que huelen a monte, que saben a manantial de agua fresca, que me entregan el verdor de las matas de café. Y la esperanza se retuerce dentro de mí y la fe se acrecienta.

Dejo perder mi alma entre nubes y neblina, dejo refrescar mi cuerpo en cascadas y quebradas. Permito a mi mente navegar entre la bruma, dejo perder mis ojos en la inmensidad de las colinas azules que se muestran coquetas más allá del verde del campo que me saluda.


Avanzar y estar segura de que almas hambrientas de letras, sedientas de libros, colmadas de apetitos del saber me esperan. Corazones motivados, mentes abiertas al conocimiento, brazos que me estrechan en un fuerte abrazo de gratitud eterna.


No he cerrado mis ojos desde que tomamos la trocha, es mi última visita del año 2007 y no deseo perder ningún detalle de cada encuentro con estos paisajes maravillosos con los que recreo mi vida.

Mi cámara está repleta de atardeceres espléndidos, de caminos, enlodados, en otros polvorientos, de casitas campesinas, de flores, de sembrados, de chorros que bajan puros de las más altas montañas.

Al entrar a San Joaquín, mi alma salta de gozo, en cada árbol, una maceta de orquídeas con indescriptibles colores, me brinda una colorida y festiva bienvenida. Mis ojos no lograron abarcar tanto que me entregaba la naturaleza.

¡Hay tanto por observar...! De los árboles descuelga el musgo que asemeja las barbas de los sabios y mágicos personajes de libros de fantasía y ensueño. Cuántas sorpresas me esperan en este bello lugar.

En cada esquina del pueblo carteles que invitan a leer, frases célebres, refranes, coplas, pensamientos. Toda una aldea vestida de literatura, de letras, de cuentos y versos...




Me bajo del "Concord", para recibir el abrazo y la sonrisa abierta de Nidya Tatiana, la Bibliotecaria del pueblo. Son las cinco de la tarde, un fuerte aguacero se anuncia detrás de las montañas. Debo prepararme para mi encuentro esa noche, con padres de familia, estudiantes, docentes, rectores y alcalde, tan importante para todos lo que se va a realizar, que las tiendas están cerradas, el parque desolado extraña los niños que corren a diario por sus prados. Se ha cancelado la Liturgia de las seis, todos en casa se preocupan por vestir sus mejores trajes, yo también en mi habitación de hotel, me esmero por estar a la altura de este evento.

Seis y media... llueve a cántaros... no importa... todo un pueblo se dirige presuroso al Coliseo del Colegio Integrado María Auxiliadora. Presenciaré el más emotivo acto cultural en el que cada detalle ha sido preparado, con el deseo de encontrar y difundir cambios de vida, motivación, nuevos sueños y el despertar de talentos en los niños y jóvenes.

Recibo un llamado urgente de parte de Mario Rodríguez, el rector. Un suculento plato de espaguetis me espera en su casa, sabe que es mi comida favorita. Se ha encargado de averiguarlo para halagarme con su invitación. Me dirijo presurosa, me recibe el afecto y la sonrisa de su esposa, el saludo de los niños y... los espaguetis humeantes, bañados en salsa casera y adornados con trocitos de carne... ¡Deliciosos! Como sobremesa, una taza de agua de panela y una buena ración de queso.

Afuera hace frío. Llueve. Empiezo a escuchar el altoparlante anunciando una función que en unos instantes iniciará. ¡Qué maravilla! Cada rincón de San Joaquín escucha el gotear de la lluvia y la música... Aquella que cantaba mi madre cuando yo era muy niña... "Un cisne más blanco que un copo de nieve..." Más música. "Pueblito de mis cuitas, de casa pequeñitas, por tus calles tranquilas corrió mi juventud..." La música que alegra corazones y halaga las calles empedradas, las tejas de barro, las casas de tapia con altas y pesadas puertas de madera que en ese instante disfrutan la bella serenata de música Colombiana.

Cruzo la calle y me encuentro ante el Coliseo, repleto de seres espectaculares, con deseos de brindar bailes, canciones, poesías, música. De esa manera inició una noche de "rumba" cultura, alegría y lo más maravilloso, después de muchos años, extasiada y con tanto sentimiento en mi corazón, sintiendo mis ojos anegados de una lágrima que no permití dejar rodar, presencié el baile del "torbellino", las niñas con sus trajes de faldón negro, flores, encajes de colores, blusas blancas adornadas con finos bordados, rosas en su canasta y cabello; los jóvenes calzando alpargatas, pantalón, camisas blancas, el sombrero campesino, en su mano una roja pañoleta y al cinto amarrada la macheta, bailaban torbellino, como solo quien vive entre montañas sabe hacerlo. Casi a medianoche, terminó el lanzamiento del proyecto "Mil Maneras de leer" en San Joaquín. Fue difícil para los docentes, decirles a los estudiantes que la función había terminado, que ya era tarde y debían retirarse.

Nos esperaba una mañana de viernes, entre canciones y risas. Dormir cada noche en una cama de hotel diferente es bastante difícil. Extraño la suavidad de mi delgada almohada, el colchón que siempre me ha acogido, y sobre todo el huequito... ¡Sí! Ese huequito que me recibe y me arrulla, aquel que he formado con mi cuerpo... Fue una verdadera sorpresa desde mi primera noche, encontrarme con una cama gemela a la dejada en mi hogar, esto me causa problemas para despertar en este pueblo de encanto, es penoso dejar el abrigo de la cama a la vez que es una delicia, despertar arrullada por el trinar de las aves. En San Joaquín, duermo a pierna suelta, allí si que me entrego a los brazos de Morfeo.

Amanece. Las ocho de la mañana, un desfile silencioso, parte del Colegio hacia la Iglesia; una vez terminada la Eucaristía el desfile continúa hacia el coliseo. "Izada de bandera".

Una tarde meses atrás en que caminaba sin afán, embelesada y confundida con cada átomo del aire, en que mis ojos deseaban confundirse y tomar los pigmentos más verdes de la naturaleza, en que mi corazón exclamaba ¡Ohs! y ¡Ahs! Ante la majestad de los árboles y flores que recibían con familiaridad mí presencia forastera, escuché de un compositor que entonaba sus canciones desde su humilde trabajo de albañil.


En esa cálida mañana, 20 de abril, realizaba su primera presentación ante la comunidad de la cual forma parte y aunque ha compuesto más de cien canciones, casi nadie sabía de su talento. Entonaba con alegría y seguridad las canciones a las que él mismo ha puesto música y letra. Los acordes de su guitarra y su magnífica voz, se dejaban llevar por el viento y hacía más fresca la mañana, más alegre los corazones y los árboles se mecían orgullosos al compás de sus canciones. Todos sentimos algo en el corazón, cuando escuchamos sus palabras: "Mis canciones, aquellas que reposan, que son desconocidas para el mundo, por que me ha faltado valor para darme a conocer..." Se me llenó el alma de sueños... un regalo más de la vida para esta mujer que recorre más que caminos, almas y sentires. La ceremonia de izada de bandera continua a pesar que todo un pueblo allí reunido aclamaba una y otra vez que el artista no apagara su voz. Los jóvenes eran los que más pedían una y otra de sus interpretaciones. Más de una hora escuchándolo y la función debía continuar. Izada de bandera... Himnos... y la voz del Rector, Mario Rodríguez... anunciando con algo de picardía el nombre de quienes debían pasar al frente puesto que por su buen comportamiento, disciplina, dedicación y amor al trabajo merecían izar la bandera tricolor... Los llamados: el músico que embelesaba con su voz, la secretaria del Colegio, por su dedicación y... Laura Margarita... Recibí mi medalla de manos del rector, mientras en mi corazón presentía que pronto debía decir adiós, lágrimas detenidas, inundaban mis ojos verde mar... para mi fortuna, un camuro escapó de su corral y entró por la mitad del coliseo, esto puso un toque de alegría a la tristeza que produjo mis palabras de despedida.


No me gusta decir adiós. Aparentando alegría, salí del Coliseo, dejando mucho de mí, de mis conocimientos y de mis ideas de fuerza y valor para quienes inician el camino de la lectura y la escritura.

A media mañana me encontré en medio de la plaza, buscando quien me trasladara hacia Onzaga, me esperaban los alumnos de primaria para abrazar en sus corazones los cuentos y poemas que les llevaba preparados. Con mucho nerviosismo debí emprender mi viaje en la alegre moto de Jhon Jairo, el secretario de Gobierno del Municipio.

Inundada de alegría, recreada de colorido, feliz de ser y estar en cada pueblo que hoy con tristeza me despide, avanza mi vida entre letras. ¡Afortunada me siento! ¡Maravillosa es mi vida! Dichoso el día en que inicié a caminar este sendero, dichosa la unión, apasionado y sensual éste mi compañero, me entrega placeres que no son momentáneos, que se quedan por siempre recorriendo mis venas, deleitando mi cuerpo.


Imágenes para no olvidar...




Búsqueda personalizada