ÍNDICE DE PÁGINAS.

30.1.10

LA NIÑA Y LA LUNA...

De mis viejas crónicas (Año 2005)
Por: Laura del mar.

"En un lugar no muy lejano cuyo nombre se ha conocido como ciudad del olvido o Ciudad Norte, en uno de sus barrios cuyas casas estaban hechas de pedazos de tablas, cartones y latas, ubicadas en lo más empinado y faldudo de aquel escarpado terreno, estaba ubicado el rancho donde vivía Lucerito: una niña que apenas despuntaba los once añitos."

José Ramón Meneses Aparicio comienza, de esta forma, a relatar la historia de Lucerito, cuento ganador en el primer concurso EL NORTE MUNDO DE LETRAS.

De una manera muy sencilla y concisa "Chepe", como cariñosamente lo llaman sus vecinos, nos lleva en un carrito de balineras a recorrer las calles de la Ciudad Bonita, en una noche de trabajo recogiendo cartones, plásticos, papeles; humilde labor a la que se dedican algunos habitantes del Norte.

La primera vez que hablamos por teléfono me sorprendió su voz por su manera de expresarse, percibí que me encontraba ante un personaje que seguramente me enriquecería con su vida.

Aunque don José no pudo asistir a la premiación del concurso, ese sábado 29 de Octubre de 2005, porque se encontraba en San Cristóbal, Venezuela, en un encuentro Internacional de trabajadores Comunitarios, nos regaló con sus escritos algunos de sus sueños.

A don José, le duele la pobreza de la gente que vive en ranchos hechos con retazos de cartón y tablas. Orgulloso habitante del barrio Los Ángeles, ubicado en las laderas del Norte, trabajó con su Comunidad para lograr la reubicación de las humildes viviendas levantadas en precarias condiciones en las peligrosas lomas donde se inició el barrio La Transición.

A sus 47 años, colabora como voluntario en el grupo PLANETA PAZ, organización financiada por el gobierno de Noruega y que destina sus recursos en favor de la soñada Paz de Colombia.

Los ojos le brillan al contar sus historias. Con mucha picardía en su rostro, don José se siente feliz relatando como con unos amigos un día soñaron con la primera y única emisora de Ciudad Norte, a la cual llamaron Fantasía Estéreo. Quisieron registrarla correctamente pero al saber los altos costos que esto requería decidieron lanzarla al aire así no más. No contando con un local para ubicarla, cada día llegaban y montaban su oficina en las mesas de alguna tienda del sector, desde allí se encargaban de llegar a los hogares del Norte no sólo con alegres melodías sino con toda clase de mensajes, chistes, coplas y poemas. Los diversos negocios de los barrios del Norte se disputaban cada día su presencia, debido a la alta venta que su compañía les causaba. Los sueños del locutor y sus amigos terminaron cuando por accidente su transmisión interfirió con la torre de control del aeropuerto Palonegro. Los vuelos que salían y llegaban a la Ciudad Bonita, esa tarde, empezaron a ser saludados y guiados por la música y la alegría de la rústica emisora.

Ajenos a lo que estaba sucediendo, don José y sus compañeros recibieron la sorpresa de un allanamiento donde fueron decomisados los aparatos de la emisora ambulante de Ciudad Norte. Hoy a don José sólo le queda la alegría de saber que su pequeña emisora alguna vez fue escuchada en el cielo.

Este hombre que sueña, que siempre está sonriendo, que cuenta historias maravillosas plasmadas en su alma y en viejas fotos en blanco y negro sobre los inicios de Ciudad Norte, se gana la vida como camarógrafo de barrio, grabando cumpleaños y bautizos.


En la ventana de su casa muestra a sus vecinos la edición especial del periódico LA ESKINA, donde fue publicado un fragmento del cuento que hoy es el orgullo de su vida.

Su mente navega en el recuerdo. Cada vez que lo presento en los programas culturales de la radio, el rostro rejuvenece ante el micrófono, su voz se torna más alegre, en su semblante aparece de nuevo ese gesto picaresco.

Esta es la primera de muchas historias maravillosas que conocerán cada semana, historias sobre habitantes de Bucaramanga, que sueñan con llenar la mente y la vida de la nueva generación de Ciudad Norte con ideas de cultura, paz y progreso.

25.1.10

CON LÁPICES ENFRENTAN LA GUERRA...




Con lápices enfrentan la guerra.
Por Laura Margarita Medina.
“Laura del mar”

En un día del año 2007...

Cambiaba el dial de mi radio, buscando algo que valiera la pena escuchar. La palabra “Norte” me hizo devolver con afán el botón en el aparato. Centré mi atención en la voz del periodista:
− "Un grupo de jóvenes de Ciudad Norte, han enviado una circular con el fin de protestar contra la discriminación a la que están siendo sometidos por el hecho de ser habitantes de ésta parte de la ciudad. Manifiestan que, en sus hojas de vida deben mentir y escribir otra dirección que no delate que ellos habitan en uno de sus barrios por temor a… "

¡Eso…! Eso era lo que buscaba. Esa era la luz que necesitaba para iluminar el camino que soñaba iniciar. Este era el empujón para lanzarme a realizar aquel plan secreto que desde hace unos meses trazaba en mi mente.

Esa mañana el periódico local exhibía en primera página, con grandes letras color rojo estas frases que volvieron a taladrar huecos en mi corazón:

¡TRES MUERTOS ESTE FIN DE SEMANA EN CIUDAD NORTE! Bajé la mirada. Sentía mi alma maltratada. Vivía en el Norte, muy cerca de esas calles donde anunciaban habían ocurrido las muertes. Angustiada me pregunté: ¿Pero, dónde? ¿Cómo es que duermo, camino, respiro y vivo en el Norte y no he visto la violencia, aquella que anuncian los diarios cada mañana con esas grandes letras? Las noticias y la mayoría de habitantes de la otra parte de la ciudad se referían a nosotros, sus vecinos, como “los ñeros” del Norte. Entonces, ¿Si yo formaba parte de esta comunidad también era una ñera? Y mis hijos, ellos se levantaban en el Norte. Cuántos rechazos había soportado a causa de esto. Hasta mi familia se había escandalizado cuando, debido a mi angustiada situación económica, tomé una casa en arriendo y me trasladé al barrio Bosque Norte, según las “estadísticas” de los noticieros, uno de los más peligrosos de Bucaramanga.

En mi mente aún se conservan frescas las palabras de mi madre.
− ¿Qué le pasa mija? ¿Cómo es que se le ocurrió irse a vivir por allá?
− ¡Mamá! No me diga eso. Las cosas no son así, son barrios normales, con niños jugando en la calle, señoras que compran el pan en la tienda de la esquina, hombres que salen a trabajar todos los días… con gente que lucha y sueña por el bienestar y progreso de sus hijos. No juzgue sin conocer.
− ¿Es que no lee la prensa? ¿No escucha las emisoras?
− Atracos y muertos hay en todas partes, en cualquier calle del mundo. Además no toda la gente es así como lo dicen las noticias. Son estrategias para vender más periódicos.
− Tiene que salirse de allá.
− ¡Mamá! No tengo trabajo, donde vivo el arriendo es económico, puedo pagarlo.
Hacía muchos años que nadie me daba la oportunidad de trabajar y cuánta capacidad y conocimientos tenía. Los había adquirido por medio de la lectura. Mi venta de comidas rápidas, había terminado estampada en una pared, debido a que una buseta se había salido de su ruta, se me había venido encima y me dejó sin negocio, en un minuto había terminado con diez años de trabajo, dejándome sin el único medio que tenía para conseguir el sustento de mis hijos.

Tenía que hacer algo y rápido. Era urgente.

Me gustaba escribir poemas y cuentos. Asistía a tertulias y talleres, donde era aceptada con facilidad, más cuando se enteraban que vivía en el Norte, me miraban raro. Desconfiaban de mí. En algunas ocasiones me enfrenté a hombres que pensaban que mujer habitante del norte era sinónimo de prostituta.
¡Cuánto me dolía recibir ese estigma con el que habían generalizado a más de 50 barrios entre asentamientos y refugios de desplazados!

En mi mente, buscaba aquel faro que con su luz iluminara la ruta por la cual lograra mostrar aquello que nadie más alcanzaba a divisar entre tanta sombra de maldad y violencia.

En esos días había publicado mi primera novela. Me sentía escritora, mis lectores decían que tenía talento, que mi novela era muy buena y que les gustaba mi estilo.

¡Sí…! Por ahí era… Qué mejor ejemplo que el mío… Mi vida… mi formación a través de los libros de la Biblioteca Pública. Empecé saliendo a los parques. Los niños se me acercaban y yo leía para ellos poesías y cuentos. Empecé a visitar los Colegios de primaria y bachillerato, solicitando un espacio para motivar los niños a la lectura y la creación de sus propios textos.

Mis vecinos y yo, nos preparábamos para una revolución cultural. Y así, de esta manera, un día del mes de Mayo del 2005, presenté ante el Instituto de Cultura la propuesta de realizar un concurso de cuento y poesía, exclusivo para los habitantes del Norte, la cual fue aprobada de inmediato. Feliz corrí a casa. Quería compartir con mis cinco hijos y mi Madre, que la revolución acababa de empezar. Mis niños me miraron sorprendidos. Mi primogénita se puso furiosa:
− ¡Solo a Usted se le ocurren esas cosas! ¿De qué va a vivir? ¿De cuentos y poemas?
− No lo sé mamá.
− Cuando sus hijos tengan hambre, les cocina sopa de letras.
− Mamá… por favor, no me diga eso.
− ¡Me voy de esta casa, usted está loca!
Vi con tristeza como mi madre me abandonaba y mis hijos a pesar que nada decían, con su mirada reprochaban mi locura.

Todos los días salía de casa muy temprano, subía las colinas del Norte para poder llegar a cada escuela, a cada esquina de barrio donde encontraba a los jóvenes reunidos matando el tiempo. Muchas veces mis charlas eran acompañadas por los acordes de mi estómago reclamando alimento y la resequedad de mi garganta deseando un poco de agua; y mis pies… adoloridos, y mi alma un derroche de esperanza.

La editorial, con la que había publicado mi novela, me obsequió los afiches para publicitar el concurso y la edición del libro donde aparecerían los diez mejores cuentos y poemas. Los locutores de las emisoras, me permitían sus micrófonos para invitar a mis vecinos a escribir. Muchos de mis compañeros escritores decían:
− Qué lástima que usted pierda el tiempo de esa manera con “esa gentuza” del Norte.
− Soy parte de “esa gentuza”
− Ya verá que no le llegarán poemas ni cuentos. ¡Qué van a saber escribir algo que valga la pena, a esa gente no les interesa la cultura!
− ¡Yo escribo y vivo en el Norte!


El día que cerraron las urnas, doscientos cincuenta textos entre cuentos y poemas, llenaban mi corazón. ¡Éxito pleno y total!
Esto llamó la atención de los medios y fue así como el 26 de Septiembre de 2005, mostraba con orgullo las páginas del periódico más importante del país: Bucaramanga/promueven poesía y cuento en barrios periféricos “CON LÁPICES ENFRENTAN LA GUERRA”, esta publicación sirvió de ejemplo a prensa y emisoras locales. Poco a poco fueron apareciendo en las páginas culturales los rostros del Norte… mostrando sus talentos, sus creaciones.

Este año 2007, se está realizando la tercera versión de “CIUDAD NORTE, MUNDO DE LETRAS”. El concurso ya no tiene exclusividad. Convoca a toda el Área Metropolitana de la Ciudad Bonita de Colombia. Mi garganta no se cansa de anunciar en las emisoras confirmando:

“Es verdad. Los habitantes del Norte estamos armados de lápices y pinceles, los jóvenes empuñan guitarras e instrumentos musicales, pañoletas y sombreros para animar sus bailes y canciones”

De esta manera una mujer inquieta e inconforme, ha ido borrando, al lado de sus vecinos, con el láser de la literatura, el horrible tatuaje que la sociedad había dibujado en la piel de los habitantes de una Ciudad Norte, que clama igualdad, sin gritos, ni protestas, ni cierre de calles, ni piedras, ni armas de fuego.


Cada año, la mujer de esta historia llega en el bibliobús de la Biblioteca Municipal a cada barrio, a las bodegas del Café Madrid refugio de desplazados y damnificados, al lejano barrio El Pablón, a los refugios donde se encuentran los niños abandonados o afectados por la violencia, las minas o las enfermedades, con sus poemas, canciones y cuentos a “pellizcar” la vida de estos seres humanos y a decirles, no estamos solos, hay miles de maestros esperando compartir sus aventuras, sus personajes mágicos llenos de fantasía y bondad. Y así, entre libros y canciones, con el escudo de la hoja en blanco y armados de lápices, nos armamos de fantasía, damos rienda suelta a la imaginación, y volcamos el alma en cada encuentro.

En el año 2008, el concurso literario llegó a la IV versión ampliando sus fronteras e invitando a todos los habitantes de Bucaramanga, a unir sus plumas con las de los habitantes del norte… los cambios en las autoridades culturales de la ciudad afectaron el concurso, a pesar que se dice que no hay quinto malo… el libro del norte cerró sus páginas a mitad de la historia puesto que se agotaron los recursos para continuar.

A pesar de que ya no habito los barrios del Norte, me escapo cada fin de semana y junto a otros seres humanos llegamos con nuestra calidez y enseñanzas a apoyar otras gestiones, y dar a luz los proyectos de vida de seres humanos anónimos que sueñan con una vida mejor por medio de la literatura y la investigación.

¿Revivirá para el 2010, EL NORTE MUNDO DE LETRAS…?

Silencio…
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