ÍNDICE DE PÁGINAS.

13.2.09

Laura, Por los caminos polvorientos de Santander... Crónicas de viaje.

San Benito tierra de trabajo y Paz

Parte VII


Edgar Tavera Gaona, fue Secretario Municipal de San Benito. El 19 de octubre de 1994, dejó consignadas estas letras en el libro: "Esta es nuestra herencia: El Libro de la Paz". Orgullo, historia y reliquia que es guardado como un verdadero tesoro en la Biblioteca Pública de este hermoso Municipio que se levanta en las montañas del Gran Santander:



“San Benito, el pueblo de Martín Galeano, está inscrito en las más hidalgos tradiciones y costumbres de las tierras Santandereanas.

Protegido por la inmensidad de su geografía, por el verde de sus cultivos y por ese aroma enloquecedor del olor de la guayaba, que prende el corazón de propios y extraños. En San Benito, la fauna y flora son comparables con la belleza del Olimpo.

El dulce sabor de las mieles de la caña panelera da fuerza y ganas de trabajar a esta raza soberbia y humilde que es la raza Sanbeniteña. Aquí se rinde tributo a la mujer Santandereana, honesta, emprendedora y decidida a la hora de actuar. La esbeltez de su figura y su grácil personalidad, va de la mano de su inteligencia y beligerancia ante los problemas sociales que la afectan.

San Benito, tú eres corazón de caña dulce, eres alma de los vientos y de las brisas, eres pujante, eres alegre, lírico y épico. Por tus caminos y veredas corre siempre la pasión de quienes te respetamos y queremos.

Hoy tú, San Benito de mis juegos y mis esperanzas, te mereces la mayor de las situaciones y que mejor que el progreso y el desarrollo que te damos tus hijos, quienes, naturales y adoptivos, con un gran abrazo, entonamos jubilosos con el gran profeta:

¡Bienvenidos por los montes los pasos del que trae buenas noticias, que anuncia la paz, que trae felicidad!”


San Benito, tierra de trabajo y paz

Parte VIII



¡Ay! del hombre que llegue a San Benito, la belleza de sus mujeres lo hará cautivo de esta tierra..."

En las fotos que acompañan mi artículo anterior, se observa la ceiba que adorna el parque, la que una vez al año se despoja sin pudor de las hojas que la visten quedando desnuda por completo, pero ella nunca se siente avergonzada por esto; al contrario, se muestra altiva y orgullosa de ser el centro y el vigía de su pueblo.


Hoy se las presento llena de vida, mostrando su vestido verde y lanzando su arrullo con las caricias del viento, y ese encanto que produjo en el alma de quien durante horas estuvo sentada al frente suyo embelesada por completo, tratando de ponerle nombre a cada verde hojuela, jugando a adivinar su edad observando el grosor de su tronco, admirando sus vivos y arrogantes matices cuando la baña el sol, alegre a las caricias de la lluvia que la recorrían dándole más vida.


Y yo, sintiendo por mis venas la misma savia que corría por su majestuoso tronco. Me sorprendí y recordé la coqueta torre de Colpatria, cuando a las seis de la tarde unas muy bien puestas luces verdes, bañaron de mar esmeralda tu silueta. Bella ceiba de este pequeño pueblito cautivaste mis ojos y mis manos cuando recorrí cada rincón de tu grueso tronco. Me pregunto cuántas historias de amor y desamor se habrán tejido a tus plantas.

Ceiba de San Benito, que acarició mi cabello y mi rostro con tu alegre y suave vaivén, has engrandecido mi alma con tu canto. Pueblito soñador, quien llega a ti olvida la incomodidad y los baches de la trocha que parte de Guepsa hasta tu parque. Por mi parte, yo olvidé el calambre de mis piernas encogidas dentro de esa lata de sardinas llamada "campero" en la que me desplacé hasta tus aromados vientos.

Compartí dos días de enseñanza y aprendizaje junto a sesenta maestros que bajaron de diez veredas bastante retiradas de tu ceiba, supe de docentes que tuvieron que recorrer largos caminos con sus botas pantaneras, para escuchar el mensaje que les llevaba y de esa manera guardarlo en su corazón, en la memoria y en sus libros.

En pleno taller, descubrí el libro del cual presenté su introducción en el articulo anterior y que reposa en el estante junto a los dos grandes Atlas de la colección del PNLB, como los tres más valiosos tesoros, guardados en el mismo corazón de la Biblioteca Pública "Luis Carlos Galán". Y como lo dice el refrán que reposa en las entrañas de libro de la Paz : "¡Ay! del hombre que llegue a San Benito, la belleza de sus mujeres lo hará cautivo de esta tierra..."

San Benito, tierra de trabajo y paz, en tu libro, se encuentra una parte de cada visitante, de cada líder, de cada comandante de la policía que ha llegado y que ha partido, de cada niño que desee escribir en él, en tu libro quedaron escritas mis palabras, en tu ceiba el verde de mis ojos, en tu brisa el canto de mi vida, en tu Iglesia, monumento y patrimonio cultural los ruegos por que sigas siendo la tierra de la Paz , de los vientos, a mi olfato aún llega el suave aroma de la guayaba y el dulce sabor de tus bocadillos.

San Benito a las plantas de tu ceiba, volveré. Caminos, senderos, trochas polvorientas, talladas sobre profundos abismos, de esta mi tierra de amores, se abren paso entre montañas y colinas hasta acariciar sus valles, me llevan al encuentro de pequeños pueblos y caseríos donde la gente habita, sueña y transita con alegría, sin preocupación ni malicia. Sus calles empedradas, casas de barro y bravía guadua, techos de paja, viejas construcciones semi derrumbadas, son historia, leyendas, que transitan con sus gentes.

Y el "Concord" sigue avanzando, anunciando con la aguda bocina su presencia en cada recodo del camino y su arribo triunfal al caserío, donde sincero y alegre el conductor saluda; el ayudante recoge costales y cajones que contienen tesoros invaluables de largas horas dedicadas al arado de la tierra, al abono de raíces... el fruto de las plantas...


Cada curva, una posible aventura; una mano tímida y vibrante a orilla del camino, detiene el rodar descomplicado del viejo vehículo, que lleva mentes soñadoras, sencillos personajes que cuentan historias entre rastrojos, de sembrados y cosechas, de animales salvajes, ya domados...


Nos cruzamos con ruidosos y chicharacheros camiones, repletos de fique enrollado y la sonrisa que brinda el conductor a cada faz que desfila por su ventana, polvorienta y sudada.

Observo. Cruzo miradas con ojitos de pícara inocencia, que me saludan con la pureza del campo, saludos que huelen a monte, que saben a manantial de agua fresca, que me entregan el verdor de las matas de café. Y la esperanza se retuerce dentro de mí y la fe se acrecienta.

Dejo perder mi alma entre nubes y neblina, dejo refrescar mi cuerpo en cascadas y quebradas. Permito a mi mente navegar entre la bruma, dejo perder mis ojos en la inmensidad de las colinas azules que se muestran coquetas más allá del verde del campo que me saluda.


Avanzar y estar segura de que almas hambrientas de letras, sedientas de libros, colmadas de apetitos del saber me esperan. Corazones motivados, mentes abiertas al conocimiento, brazos que me estrechan en un fuerte abrazo de gratitud eterna.


No he cerrado mis ojos desde que tomamos la trocha, es mi última visita del año 2007 y no deseo perder ningún detalle de cada encuentro con estos paisajes maravillosos con los que recreo mi vida.

Mi cámara está repleta de atardeceres espléndidos, de caminos, enlodados, en otros polvorientos, de casitas campesinas, de flores, de sembrados, de chorros que bajan puros de las más altas montañas.

Al entrar a San Joaquín, mi alma salta de gozo, en cada árbol, una maceta de orquídeas con indescriptibles colores, me brinda una colorida y festiva bienvenida. Mis ojos no lograron abarcar tanto que me entregaba la naturaleza.

¡Hay tanto por observar...! De los árboles descuelga el musgo que asemeja las barbas de los sabios y mágicos personajes de libros de fantasía y ensueño. Cuántas sorpresas me esperan en este bello lugar.

En cada esquina del pueblo carteles que invitan a leer, frases célebres, refranes, coplas, pensamientos. Toda una aldea vestida de literatura, de letras, de cuentos y versos...




Me bajo del "Concord", para recibir el abrazo y la sonrisa abierta de Nidya Tatiana, la Bibliotecaria del pueblo. Son las cinco de la tarde, un fuerte aguacero se anuncia detrás de las montañas. Debo prepararme para mi encuentro esa noche, con padres de familia, estudiantes, docentes, rectores y alcalde, tan importante para todos lo que se va a realizar, que las tiendas están cerradas, el parque desolado extraña los niños que corren a diario por sus prados. Se ha cancelado la Liturgia de las seis, todos en casa se preocupan por vestir sus mejores trajes, yo también en mi habitación de hotel, me esmero por estar a la altura de este evento.

Seis y media... llueve a cántaros... no importa... todo un pueblo se dirige presuroso al Coliseo del Colegio Integrado María Auxiliadora. Presenciaré el más emotivo acto cultural en el que cada detalle ha sido preparado, con el deseo de encontrar y difundir cambios de vida, motivación, nuevos sueños y el despertar de talentos en los niños y jóvenes.

Recibo un llamado urgente de parte de Mario Rodríguez, el rector. Un suculento plato de espaguetis me espera en su casa, sabe que es mi comida favorita. Se ha encargado de averiguarlo para halagarme con su invitación. Me dirijo presurosa, me recibe el afecto y la sonrisa de su esposa, el saludo de los niños y... los espaguetis humeantes, bañados en salsa casera y adornados con trocitos de carne... ¡Deliciosos! Como sobremesa, una taza de agua de panela y una buena ración de queso.

Afuera hace frío. Llueve. Empiezo a escuchar el altoparlante anunciando una función que en unos instantes iniciará. ¡Qué maravilla! Cada rincón de San Joaquín escucha el gotear de la lluvia y la música... Aquella que cantaba mi madre cuando yo era muy niña... "Un cisne más blanco que un copo de nieve..." Más música. "Pueblito de mis cuitas, de casa pequeñitas, por tus calles tranquilas corrió mi juventud..." La música que alegra corazones y halaga las calles empedradas, las tejas de barro, las casas de tapia con altas y pesadas puertas de madera que en ese instante disfrutan la bella serenata de música Colombiana.

Cruzo la calle y me encuentro ante el Coliseo, repleto de seres espectaculares, con deseos de brindar bailes, canciones, poesías, música. De esa manera inició una noche de "rumba" cultura, alegría y lo más maravilloso, después de muchos años, extasiada y con tanto sentimiento en mi corazón, sintiendo mis ojos anegados de una lágrima que no permití dejar rodar, presencié el baile del "torbellino", las niñas con sus trajes de faldón negro, flores, encajes de colores, blusas blancas adornadas con finos bordados, rosas en su canasta y cabello; los jóvenes calzando alpargatas, pantalón, camisas blancas, el sombrero campesino, en su mano una roja pañoleta y al cinto amarrada la macheta, bailaban torbellino, como solo quien vive entre montañas sabe hacerlo. Casi a medianoche, terminó el lanzamiento del proyecto "Mil Maneras de leer" en San Joaquín. Fue difícil para los docentes, decirles a los estudiantes que la función había terminado, que ya era tarde y debían retirarse.

Nos esperaba una mañana de viernes, entre canciones y risas. Dormir cada noche en una cama de hotel diferente es bastante difícil. Extraño la suavidad de mi delgada almohada, el colchón que siempre me ha acogido, y sobre todo el huequito... ¡Sí! Ese huequito que me recibe y me arrulla, aquel que he formado con mi cuerpo... Fue una verdadera sorpresa desde mi primera noche, encontrarme con una cama gemela a la dejada en mi hogar, esto me causa problemas para despertar en este pueblo de encanto, es penoso dejar el abrigo de la cama a la vez que es una delicia, despertar arrullada por el trinar de las aves. En San Joaquín, duermo a pierna suelta, allí si que me entrego a los brazos de Morfeo.

Amanece. Las ocho de la mañana, un desfile silencioso, parte del Colegio hacia la Iglesia; una vez terminada la Eucaristía el desfile continúa hacia el coliseo. "Izada de bandera".

Una tarde meses atrás en que caminaba sin afán, embelesada y confundida con cada átomo del aire, en que mis ojos deseaban confundirse y tomar los pigmentos más verdes de la naturaleza, en que mi corazón exclamaba ¡Ohs! y ¡Ahs! Ante la majestad de los árboles y flores que recibían con familiaridad mí presencia forastera, escuché de un compositor que entonaba sus canciones desde su humilde trabajo de albañil.


En esa cálida mañana, 20 de abril, realizaba su primera presentación ante la comunidad de la cual forma parte y aunque ha compuesto más de cien canciones, casi nadie sabía de su talento. Entonaba con alegría y seguridad las canciones a las que él mismo ha puesto música y letra. Los acordes de su guitarra y su magnífica voz, se dejaban llevar por el viento y hacía más fresca la mañana, más alegre los corazones y los árboles se mecían orgullosos al compás de sus canciones. Todos sentimos algo en el corazón, cuando escuchamos sus palabras: "Mis canciones, aquellas que reposan, que son desconocidas para el mundo, por que me ha faltado valor para darme a conocer..." Se me llenó el alma de sueños... un regalo más de la vida para esta mujer que recorre más que caminos, almas y sentires. La ceremonia de izada de bandera continua a pesar que todo un pueblo allí reunido aclamaba una y otra vez que el artista no apagara su voz. Los jóvenes eran los que más pedían una y otra de sus interpretaciones. Más de una hora escuchándolo y la función debía continuar. Izada de bandera... Himnos... y la voz del Rector, Mario Rodríguez... anunciando con algo de picardía el nombre de quienes debían pasar al frente puesto que por su buen comportamiento, disciplina, dedicación y amor al trabajo merecían izar la bandera tricolor... Los llamados: el músico que embelesaba con su voz, la secretaria del Colegio, por su dedicación y... Laura Margarita... Recibí mi medalla de manos del rector, mientras en mi corazón presentía que pronto debía decir adiós, lágrimas detenidas, inundaban mis ojos verde mar... para mi fortuna, un camuro escapó de su corral y entró por la mitad del coliseo, esto puso un toque de alegría a la tristeza que produjo mis palabras de despedida.


No me gusta decir adiós. Aparentando alegría, salí del Coliseo, dejando mucho de mí, de mis conocimientos y de mis ideas de fuerza y valor para quienes inician el camino de la lectura y la escritura.

A media mañana me encontré en medio de la plaza, buscando quien me trasladara hacia Onzaga, me esperaban los alumnos de primaria para abrazar en sus corazones los cuentos y poemas que les llevaba preparados. Con mucho nerviosismo debí emprender mi viaje en la alegre moto de Jhon Jairo, el secretario de Gobierno del Municipio.

Inundada de alegría, recreada de colorido, feliz de ser y estar en cada pueblo que hoy con tristeza me despide, avanza mi vida entre letras. ¡Afortunada me siento! ¡Maravillosa es mi vida! Dichoso el día en que inicié a caminar este sendero, dichosa la unión, apasionado y sensual éste mi compañero, me entrega placeres que no son momentáneos, que se quedan por siempre recorriendo mis venas, deleitando mi cuerpo.


Imágenes para no olvidar...




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